sábado, 8 de septiembre de 2012

Historia de la Guasca


A continuación encontrarás la introducción del libro "música del pueblo pueblo" de Alberto Burgos Herrera y la cual narra cómo surgió la música guasca (otros la llaman música de carrilera) en el departamento de Antioquia, Colombia. Luego de la introducción el libro nos trae las biografías e historias de los artistas más representativos de este género musical que fue inspirado por las rancheras, corridos y huapangos mexicanos; tangos, valses, tonadas, zambas y pasillos argentinos; y pasillos y boleros ecuatorianos y peruanos que eran escuchados por la población campesina de las décadas de los años 1930 y 1940 (y hoy se siguen escuchando); campesinos que decidieron hacer rancheras, corridos, tangos, boleros, pasillos, etc. pero a su propio estilo, desarrollando así la música guasca, campesina o montañera. Música cuya evolución desenvocó en lo que a finales del siglo XX y en lo que va del siglo XXI hemos llamado música popular (representada por artistas como Darío Gómez, Luis Alberto Posada, El Charrito Negro, etc y de los cuales podemos ubicar sus primeras canciones en el marco de la música Guasca donde predominaba la guitarra, luego añadieron otros instrumentos como la trompeta y el violín dando origen a la hoy llamada música popular o ranchera) INTRODUCCION Cuando en Colombia se dio la violencia partidista de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, cuando a uno lo mataban por liberal o conservador, mucha gente abandonó el campo y lle¬gó huyendo hasta las ciudades cabeceras de departamentos. Aquí en Antioquia particularmente llegaron a Medellín y como pudieron, estos nuevos habitantes de la ciudad se ubicaron en sus laderas. Todos los desplazados de ese entonces que venían del norte se asentaban en Bello, los que venían del sur se ubicaron en Itagüí y Guayabal y los de Dabeiba, Mutatá, Frontino y pueblos vecinos, llegaban a Medellín por el occidente y lo primero que encontraban era el barrio Robledo y por lógica muchos se quedaron en Roble¬do, pues hasta temor les daba penetrar en ese misterio que para ellos era la gran ciudad. Estos nuevos pobladores se ubicaron en sectores de Roble¬do como La Cuchilla, El Pesebre y Blanquizal. En ese entonces nosotros vivíamos en la calle 63 con la carrera 84 de dicho barrio, que era paso obligado para los habitantes de estos sectores. A todo el frente de nuestra casa, don Alejandrino Pulgarín montó un negocio llamado Tienda Mixta Sinfonía, que en realidad era una cantina, pero que hábilmente, con yucas y papas Alejandrino dis¬frazaba de tienda. Sobre todo los sábados, este señor que procedía de Frontino, atendía a los paisanos que se habían desplazado por la violencia. Ese día se reunían allí veinte, treinta y hasta más contertulios, todos con sus ruanas, sombreros y machetes terciados; todos tomaban cerveza y aguardiente y en muchas oportunidades resultaban peleando y sacando a relucir sus utensilios cortantes de trabajo. La música que se escuchaba en la tienda de Alejandrino, a nosotros nos tocaba oírla quisiéramos o no, pues como ya les dije ésta quedaba a todo el frente de nuestra residencia. Allí escuchá¬bamos a Ray y Lupita, Lydia Mendoza, las Hermanas Padilla, Los Madrugadores, Los Relicarios, Los Trovadores de Cuyo, el Con¬junto América y muchos cantantes y grupos más; allí fue donde supe, siendo apenas un niño, que a esto se le llamaba música guasca, que guasca quería decir montañero y que esta era la música que escuchaba el campesino total, en este caso, Alejandrino y sus con-tertulios. En esos años cuarenta y cincuenta, nuestro campesino que vivía perdido en las montañas, sólo recibía comunicación con el mundo a través de un radio que existía en todas las casas de cam¬po. En ese entonces la música que dominaba en los discos y en las
emisoras, era la música mexicana con todos sus corridos, huapangos y rancheras; y por ende, nuestro campesino eso era lo que escuchaba. Como el corrido y la ranchera son géneros musicales relativa¬mente fáciles de interpretar, cuando nuestro campesino llegaba en las tardes a descansar, en el radio de su casa escuchaba la canción mexicana y enseguida bajaba la guitarra o el tiple y trataba de interpretarla. Así empezaron muchos de nuestros músicos campe¬sinos y con seguridad ninguno pensó que estaba creando el estilo antioqueño de la música mexicana. Como decía, todos nuestros campesinos en sus radios co¬menzaron a escuchar las rancheras, los corridos y los huapangos de Los Madrugadores, de la familia de Lydia Mendoza, a la pro¬pia Lydia como solista, Chicho y Chencha y una agrupación acom¬pañante y famosa llamada Los Costeños; esto ocurría iniciando los años treinta del siglo pasado, pero dice el hombre de radio Gustavo Escobar Vélez, que en 1938 ya se escuchaban las Her¬manas Padilla, Lorenzo Barcelata, Los Trovadores Tamaulipecos, Tito Guizar y luego Jorge Negrete, el Trío Calaveras, el Dueto Azteca, Las Palomas y todos, absolutamente todos, cantaban rancheras, corridos y huapangos. Además, según el periodista Óscar Peláez, empezaron a lle¬gar películas como: Allá en el rancho grande, Amapola del camino, Mis dos amores, De México llegó el amor, Qué lindo es Michoacán, Amores de ayer, Adiós Mariquita linda, Como México no hay dos, El gallero, En los altos de Jalisco, Ahí viene Vidal Tenorio y De ranchero a empresario, protagonizadas por Tito Guizar. En todas estas películas predominaba y se imponía la música folclórica mexicana; por esta razón el ciudadano nuestro y sobre todo el campesino nuestro, fue queriendo esa música y no se que¬dó contento con escucharla, sino que después la cantó y luego hizo sus propios corridos y rancheras. En ese tiempo el cine mexicano pasó a ser el más importante para Latinoamérica y todas esas producciones aztecas venían impregnadas de música folclórica mexicana; ellos nos llenaron de huapangos, rancheras, corridos y cantantes como Tony Aguilar, Demetrio González, Cuco Sánchez, Luis Aguilar, Lola Beltrán, Miguel Aceves Mejía, Amalia Mendoza, José Alfredo Jiménez, Pedro Vargas, Lucha Reyes, Rosita Quintana, Flor Silvestre, Rosa de Castilla, Pedro Infante y muchos, pero muchos más. En la radio estaban las rancheras, en el cine las rancheras y fue de esa manera como los mexicanos nos convirtieron en el país, fuera de México, que más oye canciones mexicanas en el mundo, el país, fuera de México, que más composiciones con estilo mexi¬cano tiene en el mundo y en el país, fuera de México, que más intérpretes de canciones rancheras tiene en el mundo; incluso hay gente colombiana que cuando hoy en día cantan Darío Gómez, El Charrito Negro o Luis Alberto Posada, creen que están escuchando música colombiana, cuando sólo se trata de música mexicana al estilo antioqueño o colombiano. En los años cincuenta y sesenta, el cine mexicano era tan po¬pular que en el Teatro Mariscal del barrio Belén, los lunes presen¬taban un doblete de ese cine; la entrada era a treinta y cincuenta centavos y en la cartelera podían aparecer cintas como: El águi¬la negra con Fernando Casanova, El Rayo con Tony Aguilar, Allá en el rancho grande con Tito Guizar,Juan Churras¬queado con Jorge Negrete, Guitarras de media noche con Miguel Aceves Mejía y muchas, pero muchas más películas mexicanas. El campesino nuestro pronto comprendió que él también po¬día hacer sus propias rancheras y corridos; entonces se dio a la tarea de hacer canciones mexicanas. Fue precisamente cuandoaparecieron duetos, tríos y solistas campesinos nuestros
interpre¬tando canciones rancheras que nadie conocía y que jamás se habían visto en el cine mexicano. Estos campesinos, como dije anteriormente, a causa de la violencia llegaron a la ciudad y muchos traían cargas de rancheras y corridos compuestos por ellos en la profundidad de la montaña, en el cafetal o en las horas de merecido descanso. Los explotado¬res de la ciudad recibieron estas canciones, se las grabaron, las vendieron, por ellas recibieron mucho dinero y a los autores campesinos nunca les pagaron nada o en el mejor de los casos, les pagaron lo mínimo. En ese mismo tiempo algunas emisoras comenzaron a impul¬sar la música mexicana al estilo antioqueño; y acompañadas de los mensajes a los campesinos en las veredas emitían las canciones de Los Relicarios, los Hermanos Palacio, Los Trovadores de la Vega, los Hermanos Valencia, Los Cuyitos, Los Dominicanos y todo lo que fuera de ese estilo, hasta llegar a la situación actual donde hay una emisora que se llama Guasca Stéreo y otra como Radio Paisa que casi todo el día emiten música campesina y guasca. Según el compositor y poeta Darío Montoya, la emisora que más promocionó la música que gustaba y gusta a nuestros campesinos fue la inolvidable Voz de las Américas, fundada el 6 de enero de 1946 por el señor José Nicholls Vallejo quien fue el que le dio más empuje a la música campesina y montañera a través de su programa famoso llamado Guasquilandia, transmitido de lunes a viernes de 10 a 12 del día y que tenía como cortina el corrido que inter¬pretaban Las Palomas titulado Ojitos verdes; este programa era patrocinado por Laboratorios Galia que producían la cotizada Cre¬ma Linda. Fueron muy promovidos a todos los niveles, después pasaron a actúan en radio, teatros y televisión, recorren todo el país sólo con canciones al estilo mexicano y entre ellos están Darío Gómez, El Charrito Negro, Luis Alberto Posada y otros. Así pues, que éstos son algunos de los solistas, duetos y tríos que de 1950 a 1980 hicieron la historia de la música campesina, guasca y montañera de nuestro departamento (Antioquia, Colombia).¡Que viva la música guasca y campesina!

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